sábado, 16 de enero de 2016

Lecturas de hoy Domingo 2º del Tiempo Ordinario

Hubo una boda en Caná de Galilea (Jn 2, 1-11)

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora –agregó Jesús– y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Meditación

1.- Por amor de Sión no callaré… hasta que rompa la aurora de justicia y su salvación llamee como antorcha. El autor de este relato, el tercer Isaías, habla a un pueblo que ya ha vuelto del destierro en Babilonia y le anima a seguir creyendo y confiando en Yahvé, que sigue amando a su pueblo, como un marido fiel y amante ama a su esposa. Nosotros, los cristianos, Hijos adoptivos de Dios y hermanos en Jesús, también podemos aplicarnos este texto, cuando nos encontremos desanimados, o nos sintamos fracasados. Dios nos ama y nos ofrece constantemente su ayuda y protección. Sentirnos amados por Dios puede y debe levantar nuestra moral decaída y reavivar nuestra fe y nuestra esperanza en Dios. La mejor forma que tenemos para agradecer a Dios su ayuda y protección es convertirnos nosotros mismos en ayuda y protección para aquellas personas que nos necesiten. El que se siente amado por Dios está siempre animado a amar al prójimo.

2.- Contad las maravillas de Dios a todas las naciones. En estos tiempos de gran increencia es bueno que los creyentes nos atrevamos a decir que nosotros sí creemos y que alabamos a Dios por la gran misericordia con que nos ha tratado en muchas ocasiones. Alabemos a Dios por su gran misericordia para con nosotros y no tengamos miedo en decirlo a los que no creen en Dios.

3.- Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu… El mismo y único Espíritu obra todo, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece. Estas frases que dice el apóstol san Pablo a los Corintios son una verdad que debemos aplicarnos a nosotros mismos continuamente, dentro de nuestras familias, parroquias y comunidades. Todos tenemos algún don y, en consecuencia, todos podemos poner nuestras cualidades y carismas al servicio de la comunidad en la que trabajamos y vivimos. El bien común siempre debe ser visto como un bien al que deben subordinarse los bienes particulares. Apliquemos esto nosotros a nuestra vida real. Jesús nos diría que estamos en el mundo para servir, más que para ser servidos. Así lo hizo él y así nos salvó, cumpliendo la voluntad del Padre.

4. El mayordomo llamó al novio y le dijo: has guardado el vino bueno hasta ahora. Un evangelio lleno de simbolismo. Hemos escuchado cómo Jesús en una ocasión estuvo presente en unas bodas compartiendo el gozo y la alegría de los novios. El, que era un invitado, al final los convidó a todos y les dio un vino mucho mejor. El agua simboliza la religión vacía; el vino, la alegría y la vida abundante que proceden de Dios. Las bodas son el símbolo de la unión (alianza) de Dios con el pueblo. Las tinajas de piedra (seis es el número de lo imperfecto e incompleto) representan a la Ley, que pretende purificar al ser humano, pero que en realidad es algo vacío. María es la "mujer", el resto fiel de Israel, "desposado" con Dios. El mandato que ella expresa "haced lo que él os diga" es prácticamente idéntica a la que pronunció el pueblo el día de la alianza (pacto, desposorio) del Sinaí: "Nosotros haremos todo lo que el Señor ha dicho". Debemos escuchar el consejo de la Madre del cielo si queremos seguir de verdad a Jesús.

El texto nos ha presentado cómo de la colaboración entre Jesús y María surgió un hecho admirable, el primero de los signos obrados por el Señor. La conversión del agua en vino fue motivo de alegría para los novios, que veían cómo su fiesta corría el riesgo de "aguarse" por causa de un descuido, y para los invitados, que así podían continuar alegres la fiesta. Y al mismo tiempo, hizo que creciera la fe en Jesús de los discípulos que habían presenciado el hecho. También los esposos están llamados, ejerciendo cada uno su papel propio, a "convertir el agua en vino". De las cosas más habituales y cotidianas, esas que valoramos tan poco –esto es "el agua"–, deben hacer "vino", algo de valor, sabroso y que alegra a quien lo bebe. Siempre que actúan con amor son motivo de que aumente la fe, de la misma manera que creció la fe en los discípulos que acompañaban a Jesús y a su madre en las bodas de Caná.