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La Muy Antigua, Real, Venerable y Apostólica Archicofradía de Ánimas de Nuestro Padre Jesús Nazareno os da la bienvenida a este espacio

Fe

jueves, 31 de diciembre de 2015

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS (1 de enero).

 "Todavía inmersos en el clima espiritual de la Navidad, en la que hemos contemplado el misterio del nacimiento de Cristo, con los mismos sentimientos celebramos hoy a la Virgen María, a quien la Iglesia venera como Madre de Dios, porque dio carne al Hijo del Padre eterno. Las lecturas bíblicas de esta solemnidad ponen el acento principalmente en el Hijo de Dios hecho hombre y en el «nombre» del Señor. La primera lectura nos presenta la solemne bendición que pronunciaban los sacerdotes sobre los israelitas en las grandes fiestas religiosas: está marcada precisamente por el nombre del Señor, que se repite tres veces, como para expresar la plenitud y la fuerza que deriva de esa invocación. En efecto, este texto de bendición litúrgica evoca la riqueza de gracia y de paz que Dios da al hombre, con una disposición benévola respecto a este, y que se manifiesta con el «resplandecer» del rostro divino y el «dirigirlo» hacia nosotros.
La Iglesia vuelve a escuchar hoy estas palabras, mientras pide al Señor que bendiga el nuevo año que acaba de comenzar, con la conciencia de que, ante los trágicos acontecimientos que marcan la historia, ante las lógicas de guerra que lamentablemente todavía no se han superado totalmente, sólo Dios puede tocar profundamente el alma humana y asegurar esperanza y paz a la humanidad. De hecho, ya es una tradición consolidada que en el primer día del año la Iglesia, presente en todo el mundo, eleve una oración coral para invocar la paz. Es bueno iniciar un emprendiendo decididamente la senda de la paz. Hoy, queremos recoger el grito de tantos hombres, mujeres, niños y ancianos víctimas de la guerra, que es el rostro más horrendo y violento de la historia. Hoy rezamos a fin de que la paz, que los ángeles anunciaron a los pastores la noche de Navidad, llegue a todos los rincones del mundo: «Super terram pax in hominibus bonae voluntatis» (Lc 2, 14). Por esto, especialmente con nuestra oración, queremos ayudar a todo hombre y a todo pueblo, en particular a cuantos tienen responsabilidades de gobierno, a avanzar de modo cada vez más decidido por el camino de la paz.
En la segunda lectura, san Pablo resume en la adopción filial la obra de salvación realizada por Cristo, en la cual está como engarzada la figura de María. Gracias a ella el Hijo de Dios, «nacido de mujer» (Ga 4, 4), pudo venir al mundo como verdadero hombre, en la plenitud de los tiempos. Ese cumplimiento, esa plenitud, atañe al pasado y a las esperas mesiánicas, que se realizan, pero, al mismo tiempo, también se refiere a la plenitud en sentido absoluto: en el Verbo hecho carne Dios dijo su Palabra última y definitiva. En el umbral de un año nuevo, resuena así la invitación a caminar con alegría hacia la luz del «sol que nace de lo alto» (Lc 1, 78), puesto que en la perspectiva cristiana todo el tiempo está habitado por Dios, no hay futuro que no sea en la dirección de Cristo y no existe plenitud fuera de la de Cristo.
El pasaje del Evangelio de hoy termina con la imposición del nombre de Jesús, mientras María participa en silencio, meditando en su corazón sobre el misterio de su Hijo, que de modo completamente singular es don de Dios. Pero el pasaje evangélico que hemos escuchado hace hincapié especialmente en los pastores, que se volvieron «glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2, 20). El ángel les había anunciado que en la ciudad de David, es decir, en Belén había nacido el Salvador y que iban a encontrar la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (cf. Lc 2, 11-12). Fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño. Notemos que el Evangelista habla de la maternidad de María a partir del Hijo, de ese «niño envuelto en pañales», porque es él —el Verbo de Dios (Jn 1, 14)— el punto de referencia, el centro del acontecimiento que está teniendo lugar, y es él quien hace que la maternidad de María se califique como «divina».
Esta atención predominante que las lecturas de hoy dedican al «Hijo», a Jesús, no reduce el papel de la Madre; más aún, la sitúa en la perspectiva correcta: en efecto, María es verdadera Madre de Dios precisamente en virtud de su relación total con Cristo. Por tanto, glorificando al Hijo se honra a la Madre y honrando a la Madre se glorifica al Hijo. El título de «Madre de Dios», que hoy la liturgia pone de relieve, subraya la misión única de la Virgen santísima en la historia de la salvación: misión que está en la base del culto y de la devoción que el pueblo cristiano le profesa. En efecto, María no recibió el don de Dios sólo para ella, sino para llevarlo al mundo: en su virginidad fecunda, Dios dio a los hombres los bienes de la salvación eterna (cf. Oración Colecta). Y María ofrece continuamente su mediación al pueblo de Dios peregrino en la historia hacia la eternidad, como en otro tiempo la ofreció a los pastores de Belén. Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios, sigue dando a los hombres la vida divina, que es Jesús mismo y su Santo Espíritu. Por esto es considerada madre de todo hombre que nace a la Gracia y a la vez se la invoca como Madre de la Iglesia.
En el nombre de María, Madre de Dios y de los hombres, desde el 1 de enero de 1968 se celebra en todo el mundo la Jornada mundial de la paz. La paz es don de Dios, como hemos escuchado en la primera lectura: «Que el Señor (…) te conceda la paz» (Nm 6, 26). Es el don mesiánico por excelencia, el primer fruto de la caridad que Jesús nos ha dado; es nuestra reconciliación y pacificación con Dios. La paz también es un valor humano que se ha de realizar en el ámbito social y político, pero hunde sus raíces en el misterio de Cristo (cf. Gaudium et spes, 77-90). En esta celebración solemne, con ocasión de la 44ª Jornada mundial de la paz, me alegra dirigir mi deferente saludo a los ilustres embajadores ante la Santa Sede, con mis mejores deseos para su misión. Asimismo, dirijo un saludo cordial y fraterno a mi secretario de Estado y a los demás responsables de los dicasterios de la Curia romana, con un pensamiento particular para el presidente del Consejo pontificio «Justicia y paz» y sus colaboradores. Deseo manifestarles mi vivo reconocimiento por su compromiso diario en favor de una convivencia pacífica entre los pueblos y de la formación cada vez más sólida de una conciencia de paz en la Iglesia y en el mundo. Desde esta perspectiva, la comunidad eclesial está cada vez más comprometida a actuar, según las indicaciones del Magisterio, para ofrecer un patrimonio espiritual seguro de valores y de principios, en la búsqueda continua de la paz.
En mi Mensaje para la Jornada de hoy, que lleva por título «Libertad religiosa, camino para la paz» he querido recordar que: «El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social e internacional justo y pacífico» (n. 15). Por tanto, he subrayado que «la libertad religiosa (...) es un elemento imprescindible de un Estado de derecho; no se puede negar sin dañar al mismo tiempo los demás derechos y libertades fundamentales, pues es su síntesis y su cumbre» (n. 5).
La humanidad no puede mostrarse resignada a la fuerza negativa del egoísmo y de la violencia; no debe acostumbrarse a conflictos que provoquen víctimas y pongan en peligro el futuro de los pueblos. Frente a las amenazadoras tensiones del momento, especialmente frente a las discriminaciones, los abusos y las intolerancias religiosas, que hoy golpean de modo particular a los cristianos (cf. ib., 1), dirijo una vez más una apremiante invitación a no ceder al desaliento y a la resignación. Os exhorto a todos a rezar a fin de que lleguen a buen fin los esfuerzos emprendidos desde diversas partes para promover y construir la paz en el mundo. Para esta difícil tarea no bastan las palabras; es preciso el compromiso concreto y constante de los responsables de las naciones, pero sobre todo es necesario que todas las personas actúen animadas por el auténtico espíritu de paz, que siempre hay que implorar de nuevo en la oración y vivir en las relaciones cotidianas, en cada ambiente.
En esta celebración eucarística tenemos delante de nuestros ojos, para nuestra veneración, la imagen de la Virgen del «Sacro Monte di Viggiano», tan querida para los habitantes de Basilicata. La Virgen María nos da a su Hijo, nos muestra el rostro de su Hijo, Príncipe de la paz: que ella nos ayude a permanecer en la luz de este rostro, que brilla sobre nosotros (cf. Nm 6, 25), para redescubrir toda la ternura de Dios Padre; que ella nos sostenga al invocar al Espíritu Santo, para que renueve la faz de la tierra y transforme los corazones, ablandando su dureza ante la bondad desarmante del Niño, que ha nacido por nosotros. Que la Madre de Dios nos acompañe en este nuevo año; que obtenga para nosotros y para todo el mundo el deseado don de la paz".
BENEDICTO XVI, homilía 1 enero de 2011

miércoles, 30 de diciembre de 2015

FELIZ Y PRÓSPERO 2016. (430 AÑOS EN TU AMADO PUEBLO).


sábado, 26 de diciembre de 2015

CELEBRADO EL PRIMER DÍA DE CONVIVENCIA DE MIGAS NAVIDEÑAS

Desde el seno la Real Archicofradía JESÚS NAZARENO, le damos las gracias a todos los hermánanos, devotos y muy especialmente al Grupo de Mochileros de Cabra y a la Familia Bar-Cafetería El Peli,  que nos acompañaron en el primer día de convivencia de Navidad, donde pasamos unas horas estupendas en estas fechas tan especiales, y pudimos compartir unas exquisitas migas, y como dice el refrán: "no sobraron ni las migas" una vez más muchísimas gracias a TODOS y FELICES FIESTAS.

 

jueves, 24 de diciembre de 2015

YA SE ENCUENTRA ENTRE NOSOTROS, EL MESIAS, EL SEÑOR.

Calenda:
Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso:
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos,
quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes
y pájaros que volaran sobre la tierra.
Miles y miles de años,
desde el momento en que
Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre,
hecho a su imagen y semejanza,
para que dominara las maravillas del mundo
y, al contemplar la grandeza de la creación,
alabara en todo momento al Creador.
Miles y miles de años,
durante los cuales los pensamientos del hombre,
inclinados siempre al mal,
llenaron el mundo de pecado hasta tal punto
que Dios decidió purificarlo,
con las aguas torrenciales del diluvio.
Hacía unos 2.000 años que Abraham, el padre de nuestra fe,
obediente a la voz de Dios,
se dirigió hacia una tierra desconocida
para dar origen al pueblo elegido.
Hacía unos 1.250 años que Moisés
hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón,
fuera imagen de la familia de los bautizados.
Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor
que guardaba los rebaños de su padre Jesé,
fue ungido por el profeta Samuel,
como el gran rey de Israel.
Hacía unos 700 años que Israel,
que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus padres
y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba,
fue deportado por los caldeos a Babilonia;
fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro,
cuando aprendió a esperar un Salvador
que lo librara de su esclavitud
y a desear aquel Mesías
que todos los profetas le habían anunciado
y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia,
de amor y de libertad.
Finalmente, durante la olimpiada 94,
el año 752 de la fundación de Roma,
el año 14 del reinado del emperador Augusto,
cuando en el mundo entero reinaba una Paz universal,
hace  2015  años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del Eterno Padre,
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.
Él es la Palabra que ilumina a todo hombre,
por él fueron creadas al principio todas las cosas;
él, que es el camino, la verdad y la vida,
ha acampado, pues, entre nosotros.
Nosotros, los que creemos en él,
nos hemos reunido hoy (en esta noche santa),
o mejor dicho, Dios nos ha reunido,
para celebrar con alegría
la solemnidad de Navidad,
y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo.
Hermanos, alegrémonos,
hagamos fiesta y celebremos la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.

Calenda:
Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso:
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos,
quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes
y pájaros que volaran sobre la tierra.
Miles y miles de años,
desde el momento en que
Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre,
hecho a su imagen y semejanza,
para que dominara las maravillas del mundo
y, al contemplar la grandeza de la creación,
alabara en todo momento al Creador.
Miles y miles de años,
durante los cuales los pensamientos del hombre,
inclinados siempre al mal,
llenaron el mundo de pecado hasta tal punto
que Dios decidió purificarlo,
con las aguas torrenciales del diluvio.
Hacía unos 2.000 años que Abraham, el padre de nuestra fe,
obediente a la voz de Dios,
se dirigió hacia una tierra desconocida
para dar origen al pueblo elegido.
Hacía unos 1.250 años que Moisés
hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón,
fuera imagen de la familia de los bautizados.
Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor
que guardaba los rebaños de su padre Jesé,
fue ungido por el profeta Samuel,
como el gran rey de Israel.
Hacía unos 700 años que Israel,
que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus padres
y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba,
fue deportado por los caldeos a Babilonia;
fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro,
cuando aprendió a esperar un Salvador
que lo librara de su esclavitud
y a desear aquel Mesías
que todos los profetas le habían anunciado
y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia,
de amor y de libertad.
Finalmente, durante la olimpiada 94,
el año 752 de la fundación de Roma,
el año 14 del reinado del emperador Augusto,
cuando en el mundo entero reinaba una Paz universal,
hace  2015  años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del Eterno Padre,
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.
Él es la Palabra que ilumina a todo hombre,
por él fueron creadas al principio todas las cosas;
él, que es el camino, la verdad y la vida,
ha acampado, pues, entre nosotros.
Nosotros, los que creemos en él,
nos hemos reunido hoy (en esta noche santa),
o mejor dicho, Dios nos ha reunido,
para celebrar con alegría
la solemnidad de Navidad,
y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo.
Hermanos, alegrémonos,
hagamos fiesta y celebremos la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.
Que hoy Jesús, en los brazos de María y bajo la mirada serena de José, nos haga renacer en nuestra fe. Nos haga conmover ante este Misterio y nos transforme en portadores de verdad, de bondad, de solidaridad y de perdón. ¡Feliz Navidad a Todos!

miércoles, 23 de diciembre de 2015

REUNIÓN Y CONVIENCIA DE COSTALEROS PARA LA S.S.2016


lunes, 21 de diciembre de 2015

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA.

"Matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones particulares históricas y económicas. Por el contrario, la cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo puede encontrar su respuesta a partir de ésta. No puede separarse de la pregunta siempre antigua y siempre nueva del hombre sobre sí mismo: ¿quién soy? Y esta pregunta, a su vez, no puede separarse del interrogante sobre Dios: ¿existe Dios? Y, ¿quién es Dios? ¿Cómo es verdaderamente su rostro? La respuesta de la Biblia a estas dos preguntas es unitaria y consecuencial: el hombre es creado a imagen de Dios, y Dios mismo es amor. Por este motivo, la vocación al amor es lo que hace del hombre auténtica imagen de Dios: se hace semejante a Dios en la medida en que se convierte en alguien que ama.

De este lazo fundamental entre Dios y el hombre se deriva otro: el lazo indisoluble entre espíritu y cuerpo: el hombre es, de hecho, alma que se expresa en el cuerpo y cuerpo que es vivificado por un espíritu inmortal. También el cuerpo del hombre y de la mujer tiene, por tanto, por así decir, un carácter teológico, no es simplemente cuerpo, y lo que es biológico en el hombre no es sólo biológico, sino expresión y cumplimiento de nuestra humanidad. Del mismo modo, la sexualidad humana no está al lado de nuestro ser persona, sino que le pertenece. Sólo cuando la sexualidad se integra en la persona logra darse un sentido a sí misma".  (BENEDICTO XVI).

viernes, 18 de diciembre de 2015

DOMINGO IV DE ADVIENTO

Santo Evangelio  (Lc 1, 39-45)

“En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: — « ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá»”.



Reflexión (Benedicto XVI, ángelus en el IV Domingo de Adviento en 2009)
“Con el IV domingo de Adviento, la Navidad del Señor está ya ante nosotros. La  liturgia, con las palabras del profeta Miqueas, invita a mirar a Belén, la pequeña  ciudad de Judea testigo del gran acontecimiento: "Pero tú, Belén de Efratá, la más  pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde  lo antiguo, de tiempo inmemorial" (Mi 5, 1). Mil años antes de Cristo, en Belén  había nacido el gran rey David, al que las Escrituras concuerdan en presentar como  antepasado del Mesías. El Evangelio de san Lucas narra que Jesús nació en Belén  porque José, el esposo de María, siendo de la "casa de David", tuvo que dirigirse a  esa aldea para el censo, y precisamente en esos días María dio a luz a Jesús  (cf. Lc 2, 1-7). En efecto, la misma profecía de Miqueas prosigue aludiendo  precisamente a un nacimiento misterioso: "Dios los abandonará -dice- hasta el  tiempo en que la madre dé a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los  hijos de Israel" (Mi 5, 2).  Así pues, hay un designio divino que comprende y explica los tiempos y los lugares  de la venida del Hijo de Dios al mundo. Es un designio de paz, como anuncia  también el profeta hablando del Mesías: "En pie pastoreará con la fuerza del Señor,  por el nombre glorioso del Señor su Dios. Habitarán tranquilos porque se mostrará  grande hasta los confines de la tierra. Él mismo será nuestra paz" (Mi 5, 3-4).  Precisamente este último aspecto de la profecía, el de la paz mesiánica, nos lleva  naturalmente a subrayar que Belén es también una ciudad-símbolo de la paz, en  Tierra Santa y en el mundo entero. Por desgracia, en nuestros días, no se trata de  una paz lograda y estable, sino una paz fatigosamente buscada y esperada. Dios,  sin embargo, no se resigna nunca a este estado de cosas; por ello, también este  año, en Belén y en todo el mundo, se renovará en la Iglesia el misterio de la  Navidad, profecía de paz para cada hombre, que compromete a los cristianos a  implicarse en las cerrazones, en los dramas, a menudo desconocidos y ocultos, y en  los conflictos del contexto en el que viven, con los sentimientos de Jesús, para ser  en todas partes instrumentos y mensajeros de paz, para llevar amor donde hay  odio, perdón donde hay ofensa, alegría donde hay tristeza y verdad donde hay  error, según las bellas expresiones de una conocida oración franciscana.  Hoy, como en tiempos de Jesús, la Navidad no es un cuento para niños, sino la  respuesta de Dios al drama de la humanidad que busca la paz verdadera. "Él mismo  será nuestra paz", dice el profeta refiriéndose al Mesías. A nosotros nos toca abrir  de par en par las puertas para acogerlo. Aprendamos de María y José: pongámonos  con fe al servicio del designio de Dios. Aunque no lo comprendamos plenamente, confiemos en su sabiduría y bondad. Busquemos ante todo el reino de Dios, y la  Providencia nos ayudará. ¡Feliz Navidad a todos!

martes, 15 de diciembre de 2015

LOTERIA DEL NIŇO 2016

Ya tenemos disponible los decimos del Sorteo del NIÑO que la Real Archicofradía jugará, este año 2016, es el 73819 varios establecimientos colaboradores de nuestra localidad ya disponen de el. 
¡TE VAS A QUEDAR SIN EL! ¿Y... si toca? 

sábado, 12 de diciembre de 2015

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO, O DE "GAUDETE"

III Domingo de Adviento, o de "Gaudete" 

          “En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan: Entonces, ¿qué hacemos?. Él contestó: El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo. Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: Maestro, ¿qué hacemos nosotros?. Él les contestó: No exijáis más de lo establecido. Unos militares le preguntaron: ¿Qué hacemos nosotros?. Él les contestó: No hagáis extorsión de nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías: él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia”. Lc 3, 10-18.
 ¡ESTAD SIEMPRE ALEGRES! Durante estas semanas nos consuelan las palabras del profeta Isaías, dirigidas al pueblo judío desterrado en Babilonia después de la destrucción del templo de Jerusalén, el cual había perdido la esperanza de volver a la ciudad santa en ruinas. A los que esperan en el Señor, Él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse. Y también: Regocijo y alegría los acompañarán. Pena y aflicción se alejarán”. (Benedicto XVI)

FELICITACIÓN DE NAVIDAD

 

miércoles, 9 de diciembre de 2015

CUARTO CALENDARIO COFRADE 2016

Ya tienes a disposición de todo el que lo desee la tercera edición del calendario cofrade 2016, con trece páginas a tamaño a A3 a todo color y con una amplia información de las efemérides más importantes sobre todo el año. Desde la Real Archicofradía Jesús Nazareno nos complace seguir trabajando por nuestra Semana Santa, y agradecemos la gran acogida que tiene nuestro calendario a nivel comarcal, una vez mas damos la gracias a nuestros  hermanos y colaboradores Don Vicente Rodríguez León por la impresionantes fotografías y a Don Manuel Fernández Rodríguez por el trabajo informativo de las efemérides diarias, y como no muchísimas gracias a todas las empresas que han colaborado este año para que este calendario sea una vez más realidad, sin su contribución con nuestra Real Archicofradía no seria posible su edición con la calidad que se merece.
Punto de venta: Prensa Paco Pollato c/ Alquilla.

martes, 8 de diciembre de 2015

8 DE DICIEMBRE, DOGMA DE LA IMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA.

La Advocación de la Inmaculada Concepción de María, también conocido como La Purísima Concepción de María, es un dogma, dogma de Fe que sostiene que Nuestra Madre María, Madre de Jesús, a diferencia de todos nosotros, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el momento de su concepción, Ella ya había sido preservada y liberada de todo pecado.
Al venerar la doctrina de la Inmaculada Concepción, contemplamos la posición especial de María por ser madre de Cristo, donde Dios la preserva libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, pecado que ha de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, esto es en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios mismo. “Llena eres de gracia” (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, es uno de los aspectos que nos lleva a decir que María ha de ser libre de pecado por la gracia de Dios.
Fue por revelación del Espíritu Santo, que, el Papa Pio IX el 8 de diciembre de 1854 proclama La Advocación de La Inmaculada Concepción de María como dogma de Fe, dogma que es crucial para el crecimiento espiritual de nosotros los Católicos Cristianos,
La definición del dogma, está contenida en la bula Ineffabilis Deus, proclamada el  8 de diciembre de 1854, la cual dice lo siguiente:
…Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho.
Lo que nos lleva a la conclusión: Puritísima tendría que ser la Madre de Dios, pues en su seno llevaría al Salvador y Redentor del pecado
La Encíclica “Fulgens corona”, publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así: «Si en un momento determinado la Santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla sobre ellos desde el génesis.
Por tanto Solo el hecho de que María se mantuvo desde su concepción en estado de gracia puede explicar de mara irrefutable que continúe la enemistad entre ella y la serpiente. El Proto-evangelium (Génesis), por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá El Redentor y que Junto a Él se manifestará su obra maestra: La preservación perfecta de todo pecado, siendo la primera su Madre Virginal; La Santísima Virgen María.
Mucho antes de la declaración del dogma, hubo quienes no estuvieron de acuerdo con la advocación de la inmaculada concepción, Pues decían: La redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos. Si María no hubiera contraído la culpa original, no hubiera podido ser rescatada. Y en efecto, la redención consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado, por tanto rechazaban el privilegio de María, que afirma queElla es concebida, alimentada y formada bajo las espinas de una generación llena de pecado, pero que a pesar de eso queda al resguardo de sus pinchazos. Incluso bajo las espinas de esa generación pecadora que de por sí debería de transmitirle el pecado original, María permanece libre de toda mancha, por voluntad explícita de Dios que «lo pudo, evidentemente, y lo quiso. Así pues, si lo quiso, lo hizo».
Pero fue hasta el año 1,500 que por la inspiración del Espíritu Santo se declara que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María El Acto de Mediación más Excelso: Cristo la redimióPRESERVÁNDOLA del pecado original. Este acto se trata de una Redención aún más Admirable: Pues No fue por Liberación Total del pecado, sino por Preservación Total del pecado.
Por Tanto El dogma de la Inmaculada Concepción de María no niega que ella fue salvada por Jesús. Al contrario En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su concepción. El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta obstáculo pues las gracias de Jesús no tienen barreras de espacio y tiempo, para Dios nada es imposible y por ello se aplicaron anticipadamente en su Madre María. Para Dios nada es imposible.
Por tanto Nuestra Madre María es Preservada del pecado por los méritos de Cristo Salvador. Es por Él que Ella es preservada del pecado. Ella, por ser de nuestra raza humana, aunque no tenía pecado, necesitaba salvación, que solo viene de Cristo pero Ella singularmente recibe por adelantado los Méritos Salvíficos de Cristo. La causa de este don es la Omnipotencia de Dios. La razón de esto fue su Maternidad Divina; Dios quiso prepararse un lugar puro donde su Hijo se encarnara.
Los Frutos de esta Preservación fueron:
1-María fue inmune de los movimientos de la concupiscencia: los deseos irregulares del apetito sensitivo que se dirigen al mal.
2-María estuvo inmune de todo pecado personal durante el tiempo de su vida. Esta es la grandeza de María, que siendo libre, nunca ofendió a Dios, nunca optó por nada que la manchara o que le hiciera perder la gracia que había recibido.
Todas las virtudes y las gracias de María Santísima las recibe de Su Hijo. La Madre de Cristo debía ser perfectamente Santa desde su concepción. Ella desde el principio recibió la Gracia y la Fuerza para evitar el influjo del pecado y responder con todo su ser a la voluntad de Dios.
Con María, primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado comienza la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él toda persona está llamada a realizarse en plenitud hasta la perfección de la santidad”. Por eso nosotros cristianos católicos miramos a María como el modelo perfecto y como la imagen de la verdadera santidad a la que estamos llamados a alcanzar, pues con ella nos sentimos llamados a la Purificación para que Cristo Jesús resida, con la ayuda de la gracia de Dios, en nuestra vida.
Avoquémonos pues a Nuestra Madre Inmaculada para que interceda por nosotros para que al igual que Ella, Dios nos conceda la Gracia de ser verdaderos hijos suyos, libres de toda mancha de pecado. Y para que con sus ruegos de Madre Jesucristo nos conceda la fuerza de no cometer pecado y no optemos por nada que nos manche y nos haga perder la Gracia recibida de Dios.

lunes, 7 de diciembre de 2015

EMPIEZA EL NUEVO AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA DIVINA


MENSAJE DE NUESTRO PAPA FRANCISCO:
Queridos hermanos y hermanas, he pensado con frecuencia de qué forma la Iglesia puede hacer más evidente su misión de ser testigo de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual; y tenemos que recorrer este camino. Por eso he decidido convocar un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año santo de la misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la Palabra del Señor: «Sed misericordiosos como el Padre» (cf. Lc 6, 36). Esto especialmente para los confesores: ¡mucha misericordia!

Este Año santo iniciará con la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y se concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre. Encomiendo la organización de este Jubileo al Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, para que pueda animarlo como una nueva etapa del camino de la Iglesia en su misión de llevar a cada persona el Evangelio de la misericordia. (Papa Francisco).

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PAGINA OFICIAL DEL JUBILIO DE LA MISERICORDIA:
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domingo, 6 de diciembre de 2015

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO


BENEDETTO XVI ÁNGELUS II Domingo de Adviento, Plaza de San Pedro 6 de diciembre de 2009 Queridos hermanos y hermanas: En este segundo domingo de Adviento, la liturgia propone el pasaje evangélico en el que san Lucas, por decirlo así, prepara la escena en la que Jesús está a punto de aparecer para comenzar su misión pública (cf. Lc 3, 1-6). El evangelista destaca la figura de Juan el Bautista, que fue el precursor del Mesías, y traza con gran precisión las coordenadas espacio-temporales de su predicación. San Lucas escribe:"En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto" (Lc 3, 1-2). Dos cosas atraen nuestra atención. La primera es la abundancia de referencias a todas las autoridades políticas y religiosas de Palestina en los años 27 y 28 d.C. Evidentemente, el evangelista quiere mostrar a quien lee o escucha que el Evangelio no es una leyenda, sino la narración de una historia real; que Jesús de Nazaret es un personaje histórico que se inserta en ese contexto determinado. El segundo elemento digno de destacarse es que, después de esta amplia introducción histórica, el sujeto es "la Palabra de Dios", presentada como una fuerza que desciende de lo alto y se posa sobre Juan el Bautista. Mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Ambrosio, el gran obispo de Milán. Tomo de él un comentario a este texto evangélico: "El Hijo de Dios —escribe—, antes de reunir a la Iglesia, actúa ante todo en su humilde siervo. Por esto, san Lucas dice bien que la palabra de Dios descendió sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, porque la Iglesia no tiene su origen en los hombres sino en la Palabra" (Expos. del Evangelio de Lucas 2, 67). Así pues, este es el significado: la Palabra de Dios es el sujeto que mueve la historia, inspira a los profetas, prepara el camino del Mesías y convoca a la Iglesia. Jesús mismo es la Palabra divina que se hizo carne en el seno virginal de María: en él Dios se ha revelado plenamente, nos ha dicho y dado todo, abriéndonos los tesoros de su verdad y de su misericordia. San Ambrosio prosigue en su comentario:"Descendió, por tanto, la Palabra, para que la tierra, que antes era un desierto, diera sus frutos para nosotros" (ib.). Queridos amigos, la flor más hermosa que ha brotado de la Palabra de Dios es la Virgen María. Ella es la primicia de la Iglesia, jardín de Dios en la tierra. Pero, mientras que María es la Inmaculada —así la celebraremos pasado mañana—, la Iglesia necesita purificarse continuamente, porque el pecado amenaza a todos sus miembros. En la Iglesia se libra siempre un combate entre el desierto y el jardín, entre el pecado que aridece la tierra y la gracia que la irriga para que produzca frutos abundantes de santidad. Pidamos, por lo tanto, a la Madre del Señor que nos ayude en este tiempo de Adviento a "enderezar" nuestros caminos, dejándonos guiar por la Palabra de Dios.

martes, 1 de diciembre de 2015

CONVIVENCIA DE NAVIDAD "MIGAS NAVIDEÑAS"